TIERRA DEL FUEGO CONSTRUIDA CON LOS OJOS

Presentación

Gerardo Mora Rivera

Los lugares donde los antropólogos realizan trabajo de campo tienen una impronta propia, desarrollada inconcientemente por sus habitantes y por quienes los recorren. En este sentido, cada lugar es una construcción cultural. Entonces, no existen lugares “naturales”, pues ellos obedecen a formas de pensar/hacer y a una historicidad. Aquí la visualidad ocupa un sitial protagónico. El carácter de “fin de mundo” de Tierra del Fuego y sus áreas adyacentes exigía un registro gráfico. Así, esa tierra y ese fuego fueron construyéndose con las ideas de quienes hicieron las primeras fotografías de dicho lugar. Aquellos pioneros fueron antropólogos, religiosos y exploradores.

Uno de los posibles relatos visuales de la construcción de Tierra del Fuego y sus alrededores como lugar cultural, puede articularse desde tres ejes temáticos: los cuerpos originarios, su habitar y los procesos de cambio.

Cuerpos originarios. Salvajes, puros y decadentes

Gerardo Mora Rivera

Tierra del Fuego, como lugar antropológico, se presenta a través de la imagen del habitante originario, de su cuerpo, rostro, gesto e investidura. La visibilización de su corporalidad ocupa gran parte del corpus fotográfico generado en terreno. El paisaje y las tecnologías nativas, si bien se configuran como rasgos distintivos y particulares de su condición exótica, no logran disputarle protagonismo al sujeto étnico. Se presenta su cuerpo salvaje y puro, también su decadencia y civilización. El desequilibrio económico-tecnológico entre foráneos e indígenas, que caracterizó la llegada de antropólogos, religiosos y exploradores a la zona, favoreció la tendencia de registrar fotográficamente los cuerpos originarios. Era un proyecto exógeno para el cual no había resistencia local posible, por cuanto el poder estaba en manos del fotógrafo.

              

El habitar. De la fragilidad al progreso.

Gerardo Mora Rivera

En la construcción de Tierra del Fuego como lugar cultural, un aspecto importante es el habitar. Las viviendas originales, arquitecturas endebles mimetizadas con el entorno, muestran su condición de asentamientos ocasionales, ocupados también como espacio espiritual de encuentro entre sus moradores y seres de otro mundo. La movilidad y la búsqueda de sustento, contrastan con el modo de vida occidental, sedentario y aparentemente más estable, cómodo y seguro, que comienza a implementarse a través de los procesos de evangelización y por la colonización del territorio. De igual manera, las fotografías narran el paso de una vida de pequeñas bandas solitarias a agrupaciones mayores posibilitadas y protegidas por la civilización.

                

Procesos de cambio. Formas de vida inconmensurables

Gerardo Mora Rivera

Se revela en imágenes la inevitable -provocada o no- decadencia y pronta desaparición de las formas de vida locales, a través de la tensión visual entre elementos originarios, frágiles y endebles, frente a la solidez de lo extranjero. La fotografía, se desenvuelve en la aparente contradicción de registrar información sobre culturas en extinción, al tiempo que participa de un mundo nuevo, complejo y emergente del cual es parte y también consecuencia. Muestra, por un lado la tan anhelada pureza étnica, y por otro, el encuentro entre seres de mundos distintos y distantes. Relata la debacle del indígena, precioso e inmundo, el éxito emprendedor de la voraz y pretenciosa empresa forastera, junto a la consecuente modificación del modo de vida de los primeros.