El borde costero en estos territorios insulares asume el papel de límite. Las fotografías abordan esta noción desde un horizonte oceánico infinito y la actitud de la figura fueguina se posiciona de espaldas al interior. El fotógrafo compone la figura en relación a este infinito como salida, desde un interior conocido y doméstico, hacia un exterior de travesía, continental y desconocido. Las imágenes encuadran entonces la porción de tierra necesaria para ubicar al sujeto, y el fondo se sustenta como planicie ilimitada. La convivencia se equilibra (protagonismo compartido) desde los primeros planos habitados a los últimos planos deshabitados.