Margarita Alvarado Pérez y Carla Möller Zunino
La capacidad mimética que se le atribuye a la fotografía como medio de representación incentiva su uso como herramienta de registro en el trabajo antropológico y arqueológico. A fines del siglo XX, numerosos profesionales realizan su trabajo de campo apoyados en el registro fotográfico de una alteridad cultural, es decir de los habitantes del desierto y el altiplano. El uso del recurso fotográfico queda inscrito dentro del relato etnográfico, haciendo de la imagen una verificación visual de lo observado.
Estos fotógrafos “ocasionales”, como la arqueóloga Grete Mostny (1914 – 1991) y el padre Gustavo Le Paige (1903 – 1930) así como los antropólogos Maria Ester Grebe (1928 – ), Vaclav Solĉ (1919 – 1995) y Juan van Kessel (1934 – ), utilizan dispositivos visuales de encuadres parejos que se cierran sobre un acontecimiento más que sobre un sujeto, generando una estética de lo andino, donde su presencia no se define por la pose y la composición. La mirada sobre el “otro” se manifiesta en la realización de una gran cantidad de tomas de un mismo motivo.